La relación entre la salud mental y el rendimiento académico: desafíos y estrategias para el éxito estudiantil
La relación entre la salud mental y el rendimiento académico es profunda y compleja. La salud mental influye en la capacidad de concentración, memoria, toma de decisiones y resolución de problemas, todos elementos clave en el éxito académico.
Los problemas de salud mental, como la ansiedad, la depresión o el estrés, pueden obstaculizar el rendimiento académico al interferir con estas habilidades cognitivas.
Además, pueden afectar la motivación, la autoestima y la capacidad para manejar el tiempo, lo que puede resultar en una disminución del rendimiento académico.
Por otro lado, el bajo rendimiento académico también puede causar estrés y ansiedad, creando un ciclo negativo que afecta aún más la salud mental.
Es crucial abordar tanto la salud mental como el rendimiento académico de manera integral, brindando apoyo emocional y psicológico a los estudiantes, así como implementando estrategias para mejorar el entorno educativo y reducir el estrés.
Esto puede incluir programas de bienestar estudiantil, acceso a servicios de salud mental, entrenamiento en habilidades de afrontamiento y la promoción de un equilibrio saludable entre la vida académica y personal.
La licenciada y profesora Patricia Friedrich enfatizó la importancia crucial de la salud mental para el rendimiento académico al afirmar: «No puede haber rendimiento académico sin salud mental, que se entiende como la ausencia de enfermedades psicopatológicas».
En este contexto, es fundamental poder regular las emociones, como estar motivados al estudiar y comprender las emociones que experimentamos, así como fomentar relaciones interpersonales saludables.
“A nivel institucional, es esencial que los estudiantes se sientan respaldados por los docentes y capaces de enfrentar los desafíos de la educación superior”, destacó. La salud mental no solo concierne a los estudiantes, sino también a los docentes, abarcando diversos aspectos psicosociales y socioeconómicos.
Para los docentes, mantener su propia salud mental y poder contener a los estudiantes es un desafío y esto implica mantenerlos motivados, ser resilientes y comprender las emociones que surgen, como el estrés y el cansancio relacionado con el estudio, así como equilibrar el estudio con la vida personal.
En el Instituto Saavedra, se han implementado cursos para los docentes sobre estrategias didácticas que no solo se centran en lo académico, sino que también incorporan juegos y motivación para facilitar la comprensión de las asignaturas.
La motivación, como impulso hacia la acción, se entiende como una fuerza interna que guía las decisiones tanto del docente como de los estudiantes, promoviendo así un ambiente dinámico de aprendizaje.
Para abordar posibles problemáticas, se organizan talleres, como técnicas de estudio, siempre ligados a la gestión emocional, “ya que la incapacidad para regular las emociones puede afectar negativamente el desempeño académico y el bienestar general de los estudiantes en su día a día en la educación superior”, acentuó Friedrich.
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